
De todos los poderes metaconstitucionales el más agresivo tal vez sea el de la televisión,
que posee casi las mismas capacidades sobrenaturales que las distintas religiones le
atribuyen a sus dioses. Para los pueblos cristianos, por ejemplo, al igual que el Dios
de la Biblia, la televisión está a toda hora en todas partes y todo lo sabe, todo lo
ve y todo lo juzga, y lo que no muestra no existe. Además, con sus teletones y concursos
evasores de impuestos viste al desnudo, socorre al enfermo, da bebida al sediento,
reúne a las familias separadas y devuelve la fe al incrédulo cuando lo saca de la pobreza
mediante el milagro cotidiano de las rifas"...

